07 Mar
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En el mundo actual de Internet y la tecnología de impresión instantánea, nuestra capacidad para crear libros de texto, cuadernos de trabajo, hojas de trabajo, gráficos, mapas, pruebas, cuestionarios, audios, DVD (literalmente cualquier cosa que queramos) es asombrosa. 

Consideremos la disponibilidad de recursos para la educación hace cien años: pocos libros de texto (y muy pequeños), sin color, sin cuadernos de trabajo, sin posibilidad de imprimir páginas de práctica, exámenes o cuestionarios adicionales. ¿Cómo aprendieron algo los estudiantes con tal escasez de recursos? 

¿Nuestra tecnología moderna nos ha permitido aprender mucho más y ser mucho más eficaces? La verdad es que no.
Comparemos nuestros logros educativos con los estándares de principios de siglo, o incluso con los años inmediatamente anteriores a la Segunda Guerra Mundial. Sí, es cierto que hoy educamos a todos en lugar de al diez por ciento superior, pero aún así, nuestra tecnología debería permitirnos al menos mantener esos elevados estándares para unos pocos y, al mismo tiempo, ofrecer la oportunidad de trabajar para lograr esos mismos estándares para todos los demás. 

Hay una gran ironía en el hecho de que cuanto más materiales educativos tenemos, menos aprendemos. Cuanto más grandes, elegantes, coloridos y caros sean los libros de texto, menos sabemos. 

Y cuanto más decimos que aprender debe ser divertido, más se aburren nuestros estudiantes. 

¿Dónde nos hemos equivocado? Hay muchas razones subyacentes para este problema, pero nos centraremos sólo en una: la idea de que aprender debe ser divertido ¿O debería serlo? Esta idea es un gran defecto de la educación moderna y afecta a casi todos los profesores, materiales y filosofías educativas, incluida la educación clásica. 

Cualquier evaluación honesta de la industria moderna de los libros de texto mostrará que el objetivo de los libros de texto modernos es entretener primero y enseñar después. La información fragmentada y aleatoria se presenta en páginas a todo color repletas de barras laterales, imágenes, dibujos animados y gráficos. La justificación de estos libros de texto es que los estudiantes criados con televisión y videojuegos sólo pueden concentrarse durante cortos períodos de tiempo y, por lo tanto, la información debe presentarse en fragmentos con muchas imágenes para mantener a los estudiantes entretenidos. Pero aquí hay otra idea en juego: la noción moderna de que aprender debe ser divertido. Casi todo el mundo acepta esta premisa. 

Esta premisa nos dice: Los libros de texto y los profesores deben ser creativos, innovadores y coloridos. Si los niños se aburren es porque hemos desarrollado productos aburridos y monótonos. Si somos lo suficientemente creativos e innovadores, a nuestros hijos les encantará aprender, ¡y aprender será divertido! 

El problema de decir que aprender debería ser divertido es que no lo es. Eso es trabajo. Los niños saben lo que es la diversión. Disney World, los videojuegos, los dibujos animados y jugar con amigos es divertido. Cuando intercalas la palabra diversión en el aprendizaje, te estás preparando para el fracaso porque has creado expectativas que no puedes cumplir. Insultamos a nuestros estudiantes cuando intentamos entretenerlos. Ellos lo saben mejor. Saben cuándo están aprendiendo y cuándo se entretienen. Y ellos pueden entretenerse mucho mejor que nosotros. 

¿Qué queremos decir realmente cuando decimos que aprender debe ser divertido? La diversión de aprender es el sentimiento de satisfacción, incluso placer, que obtenemos del conocimiento y la comprensión. Al ser seres racionales, el aprendizaje tiene que apelar a la razón. El conocimiento ordenado y lógico atrae a la mente humana. El conocimiento que incorpora significado y comprensión es satisfactorio, atractivo e incluso placentero. ¿Pero divertido? La idea de que aprender debe ser divertido trivializa la importante labor de aprender. 

El sentimiento de poder y autoestima que surge de una creciente sensación de logro es algo que nuestros hijos quieren y necesitan. El placer de aprender aumenta a medida que aumentan las habilidades y los conocimientos. Por eso los antiguos decían que las raíces del conocimiento son al principio amargas, pero los frutos son dulces.

 Para que un libro de texto o producto educativo sea eficaz, debe centrarse en el aprendizaje, no en la diversión. Para el estudiante, un nuevo tema es confuso y abrumador. El objetivo del libro de texto es presentar el material de una manera que revele el orden subyacente del tema. Revelar el orden subyacente de lo que parece aleatorio en la superficie es de lo que se trata la educación. Todo lo que distraiga de ese objetivo es contraproducente. Hace que el aprendizaje sea más arduo y menos divertido. 

Las páginas de textos modernos son visualmente estimulantes, pero la información se presenta de forma aleatoria y fragmentada. ¿Qué es importante en cada página y qué no?
Para aprender algo, el orden debe ser lógico y sistemático para poder retenerlo. La memoria se ve favorecida por una presentación lógica. La aleatoriedad es enemiga del aprendizaje y la memoria. 

¿Cuántos estudiantes pueden o escribirán sus propias notas ordenadas a partir de una presentación fragmentada? Esto es lo que hacen los profesores con los textos que les dan en la escuela moderna. Si los estudiantes hoy aprenden algo es porque los profesores son capaces de crear orden a partir del caos de los libros de texto modernos. Dios los bendiga. ¿Pero deberían tener que hacerlo? Para que el aprendizaje sea divertido, lo hemos hecho difícil, si no imposible. 

¿Cómo debería ser un libro de texto? 

- La información se presenta de una manera lógica y sistemática que revela el orden subyacente del tema. 

- Las explicaciones son claras y concisas. De hecho, la claridad y la concisión son el sello distintivo de un libro de texto de calidad. 

- Hay una ausencia de contenido extraño que intenta hacer que el aprendizaje sea divertido, pero en cambio confunde y abarrota la presentación. 

- Las lecciones individuales breves se construyen de forma incremental. 

- El contenido es apropiado para la edad. 

- Implica un aprendizaje de dominio. 

Aprender es apasionante. Estar entretenido se vuelve aburrido. En Enrique V, Shakespeare dijo: "Si todo el año fuera festivo, hacer deporte sería tan tedioso como trabajar". ¿Por qué nuestros estudiantes se aburren hoy? Porque les cuesta aprender de materiales diseñados para entretener. 



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Resumen del artículo: “Is Learning Fun?" By: Cheryl Lowe, disponible en www.memoriapress.com 

Traducción por: Mara Márquez Ravilet

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