11 Feb
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La tradición ha sostenido que los clásicos son obras de muy alto nivel que tocan temas de inmensa importancia. No son meros trabajos especializados de cualquier categoría; establecen una categoría propia.

¿Cómo reconocemos un clásico?  Encontramos un conjunto de características sorprendentemente constante:

  1. Los clásicos no solo exhiben un estilo distinguido, bellas artes y un intelecto agudo, sino que crean universos completos de imaginación y pensamiento.
  2. Representan la vida como compleja y multifacética, representando aspectos tanto negativos como positivos del carácter humano en el proceso de descubrir y probar virtudes perdurables.
  3. Tienen un efecto transformador en la auto-comprensión del lector.
  4. Invitan y sobreviven a frecuentes re-lecturas.
  5. Se adaptan a diversos tiempos y lugares y dan un sentido de la vida compartida de la humanidad.
  6. Son considerados clásicos por un número suficientemente grande de personas, estableciéndose con lectores comunes y autoridades calificadas.
  7. Y, finalmente, su atractivo perdura a lo largo del tiempo

Dado el rigor de tales estándares, llamar clásico a una obra reciente parecería una especie de predicción y apuesta. La predicción es que el libro así designado tiene suficiente peso para ocupar su lugar en el diálogo con otros clásicos. La apuesta es que una gran cantidad de lectores lo encontrarán lo suficientemente importante como para mantenerlo con vida. 

¿Por qué es necesario que todos lean los clásicos? Los clásicos han sido probados y considerados valiosos para la cultura general. Se ha descubierto que mejoran y elevan la conciencia de todo tipo y condición de las personas que los estudian, para sacar a sus lectores de la estrechez o provincianismo hacia una visión más amplia de la humanidad. Además, protegen las verdades del corazón humano de las verdades a medias caprichosas del día al enderezar la mente y la imaginación y permitir que sus lectores juzguen por sí mismos.


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Fuente: Resumen Artículo What is a Classic?” By: Louise Cowan, www.memoriapress.com

*Traducción por Mara Márquez Ravilet